ONDA S.A.: ese galgo que corría a más de 70 kms. por hora pero un día se cansó – Por Miguel Cabrera Arriaga

Omnibus de ONDA

Ese galgo corría a más de 70 km por hora, pero un día se cansó, ahora es simple recuerdo…Un perro Galgo que yo tenía, corría como un campeón, un día le tomamos el tiempo con un cronómetro y llegó a dar 62 km, 450 metros en la hora, dicen que los más preparados llegan a dar un promedio de hasta más de 70 km por hora…conocí uno de esos, era imparable realmente.…

Pero, mi mente está en este momento en otro tiempo…dejo por un momento el tema de los galgos… me voy a situar en el año 1925…había una linda granja en el barrio histórico de La Concordia, era la de Pedro Butkovich y su familia. Él era un inmigrante llegado desde Yugoslavia por entonces, tenía quinta de frutales donde producía excelente fruta, además huerta, algunos animalitos, vacas, gallinas, patos, hasta un caballo, también… frente a la misma una franja larga de balasto que se dibujada desde repecho a repecho hacía recordar que por allí estaba delineada la llamada Carretera Nacional, con extremos entre Montevideo y Colonia del Sacramento…muy cerca del alambrado, había grandes postes en cuyo extremo como una gran telaraña se unían uno con otro a través de muchos kilómetros, los cables acerados de la compañía de telégrafos internacional.…

De pronto se escuchó un ruido de motor, era una Ford T, con su clásico sonido trets…trets…trets, del año 1921 carrozado en los talleres de la empresa Bertin Hermanos de Riachuelo, con ventanas laterales, ocho asientos, llena de valijas y cajones sobre los guardabarros, ruedas de auxilio atadas a sus lados, atraca debajo de un gran árbol. Conducía el vehículo el señor Eloy Guillermo Perazza, que en primer lugar dicen vivió en la zona de Cosmopolita y que había venido muy joven desde la localidad de Tala en Canelones, posteriormente se radicó en la ciudad de Colonia.

Este señor fue un avanzado en lo que se refiere a trasporte por carretera, lo hacía en esa pequeña unidad adaptada para pasajeros y carga que salía desde Montevideo hasta Colonia, ida y vuelta y pasaba por San José, Ecilda Paullier, La Concordia, Colonia Suiza, entraba a Rosario y Juan Lacaze. Me imagino las horas que llevaría el viaje debido a los espantosos caminos de la época, dicen que entre 10 y 12, y justamente esa era una de las causas por los cual el señor Perazza paraba en este lugar frente al domicilio del vecino don Pedro, debajo de la sombra de un gran roble… dejaba enfriar el motor, revisaba el aceite, agua, las cubiertas, descansaba un rato el pasaje, estiraban las piernas, en época de frutas maduras, don Pedro les aprontaba alguna bolsita con productos y seguían viaje. Tenía que competir nada menos que con el ferrocarril que ya pasaba por esta zona desde el año 1899. Para poder hacerlo ponía precios más baratos que el tren y, buscaba a los pasajeros a su domicilio y los entregaba nuevamente al regreso a su lugar de partida, como si fuese la tarea de un verdadero taxi… Pasó el tiempo y comenzó a transitar también la empresa de Pedro Laborde. Recordaban los vecinos que una pasaba a la mañana y la otra en horas de la tarde. A estos vehículos en el barrio le apodaban el “Pájaro Azul” y “Cucha Cucha”. Cuando llovía mucho los caminos se volvían intransitables por los barriales que se formaban y entonces los omnibuseros les adaptaban cadenas sobre las ruedas para que se afirmaran mejor y así poder continuar con los viajes.

Y esta forma de transporte continuó hasta el año 1935, año donde se unieron varias pequeñas empresas de aquella época; Causa, Cuvet, la cooperativa Colonia, la cooperativa de Durazno y con 32 unidades salieron a transitar por la rutas del país, cerca de nosotros por la ruta uno inaugurada ese año, casi 3 km más hacia el sur, por lo tanto ya el trayecto hacia Montevideo-Colonia se desvió, y la granja de Don Pedro ya no prestó atención a los pasajeros y el conductor.…El 20 de octubre de 1935 nació la Organización Nacional de Autobuses.

Así funcionará hasta 1940 cuando surge ONDA S.A., decidieron adaptar un símbolo como identificación de esa nueva empresa y entonces incorporan un perro de la raza Galgo. Parece ser que la gran mayoría de los empresarios que formaron la Organización Nacional de Autobuses (ONDA) eran asiduos al parque central donde se realizaban carreras de galgos, de allí supuestamente obtuvieron el nombre…por otro lado si verificamos los colores con los que se identificaban los ómnibus tenían los colores del Club Nacional. El control central estaba en la Plaza Cagancha, quizás por eso designada Kilómetro Cero de la República. Un lugar rodeado de cafés, restaurantes, paradas de taxis, puestos de diarios y revistas. “Como me acuerdo de esto”. Para la generación nuestra, ir o volver de algún punto del país, o a la capital, la consigna era siempre “Tomamos la Onda, a tal hora, y regresamos en el turno de la hora tal”…cuando andábamos cortos monetariamente hablando, la expresión siempre era: “Estirado como el galgo de la Onda”…La primera agencia de la nueva empresa de transporte en Nueva Helvecia, estaba ubicada por el año 1935 en el bar y restaurant Cervantes, en calle 18 de Julio, para darles una idea era donde actualmente se encuentra el comedor Lamela. Era administrado en ese momento por el señor José Alcarde, el encargado de las encomiendas fue el señor Mario Bernardi.

Luego de unos años, ya en 1944, la agencia se trasladó a la calle Colon casi 18 de Julio, lugar donde había tenido actividad el bar del señor Gervasio Ramos. La puerta de entrada estaba ubicada al borde con el edificio siguiente por calle Colon donde muchos conocimos la farmacia Bernardi, y ahora se encuentra Foto Mesa. En ese lugar se mantuvo hasta el año 1952… Allí la encargada de la agencia era Pupi Schüsselin.

Las encomiendas las repartía en bicicleta Chongo Sonderegger, antes de trabajar en la función de guarda de la empresa. Uno de los empleados que atendía también la agencia era el recordado Pocholo Aunchain en sus años jóvenes, los veteranos me comentaban, “era un verdadero Gentleman por entonces, un caballero impecablemente vestido con trato de cortesía elevada”, cosa que por alguna pena interior tal vez, en sus últimos años lo pudimos ver, con un cambio de 180 gradosYa por el año 1952 la agencia Onda se trasladó hacia la calle Treinta y Tres Orientales y 18 de Julio, en diagonal hacia la plaza pública, contiguo al recordado bar Meny, ahora restaurant Don Juan. En este nuevo local por un tiempo continuó siendo encargada de la oficina la señora Pupi Schüsselin…En los primeros años de existencia de la Onda, la empresa mandaba un vehículo al domicilio de cada cliente para buscarlo e iniciar su viaje. Estaba presente en todas las rutas del país con sus unidades. Por más lejano que fuese, allí estaba la presencia del servicio de Onda, aun con calles y caminos casi intransitables, Onda siempre estaba. No solamente con personas ubicadas en sus asientos confortables, también viajaban en sus bodegas, como dije los diarios y revistas, las carteras de los bancos, encomiendas, hasta el Correo Nacional hizo su primer contrato con ONDA en el año 1937 donde esta se comprometió a transportar la correspondencia entre Montevideo y Colonia con sus localidades intermedias, comprendida también la Colonia Agrícola Suiza Nueva Helvecia. Les asignaron con ese motivo los números: a Rosario el 004, a Colonia Suiza 005, a Colonia Valdense 022.…

Esta empresa de transporte nos conectaba a todo lugar con un alto nivel de frecuencias, puntualidad y confort. Recuerdo que todos los diarios capitalinos llegaban por la Onda a todo el interior del país… Me contó una persona que un día esperando turno hacia el interior en la madrugada en uno de los bares junto a la central Onda de Plaza Cagancha, de repente comenzaron a llegar a ese lugar camionetas con el logo de los distintos diarios capitalinos, en aquellos tiempos venían al interior: El debate, El Plata, La Mañana, El día, El País, Acción, además de varias revistas, y como desesperados los funcionarios de las empresas que mencioné, entregaban a los guardas de los ómnibus, paquetes y más paquetes que eran introducidos en las grandes bodegas de los mismos, eran los ejemplares recién salidos de las distintas redacciones para que los ómnibus los transportaran a distintos departamentos. Esas bodegas de los buses quedaron repletas y con ellos sin duda viajaban las noticias deportivas, de la política, la información policial, las informaciones necrológicas, los económicos, los suplementos, todo eso que para quienes ya estamos un poco gastados nos parece mágico, que marcó un tiempo distinto al actual, no había celulares ni computadoras, ni wi-fi…Tenemos también que recordar que no existía la terminal de Tres Cruces, el punto central de movimiento era sin duda la zona de la Plaza Cagancha, en el Palacio de los Tribunales… En la época de nuestra juventud, en los ómnibus de Onda se dejaba fumar, por lo tanto a quienes nos afectaba el humo de cigarrillos tratábamos de ubicarnos siempre del lado de las grandes ventanillas laterales y dejábamos una pequeña entrada de aire para poder subsistir dentro de ellos, había momentos en que parecía la neblina de Londres dentro del bus. A la salida de la central y hasta Santiago Vázquez, subían vendedores ambulantes a quienes los guardas les permitían y comenzaban a vender distintos artículos, siempre me acuerdo de los famosos caramelos Candel… “A los ricos Candel”… “A los ricos Candel”…por aquí señor…enseguida le atiendo… mirando hacia el fondo, aunque a veces no había nadie, pero era la forma de enganchar por imitación a quien estuviese más cerca…eran verdaderos genios estos vendedores, luego se bajaban y se enganchaban en otro que iba desde el interior hacia la central.

Los coches pasaban frente a los hoteles levantando turistas o pasajeros de los mismos, recuerdo al Hotel Central, El Prado, El Suizo, El Nirvana, esto insumía a veces varios minutos que luego los choferes trataban de descontar en las rutas, aumentando los números las agujas de los cuenta km de entonces.…Recuerdo que en uno de los coches denominados tipo galpón si no me equivoco era el 256, y también en otro que llevaba el número 295, el conductor era un señor grande, de varios kilos que se ponía al sentarse junto al volante una franela enganchada en el cinto para no tener rose con el mismo, conducía con gran pericia y a gran velocidad, era un gran chofer, sabíamos que si nos tocaba el turno con él, llegar a Montevideo iba a ser muy rápido, casi siempre lo encontrábamos en el turno que salía desde Nueva Helvecia a las 12 y 50, el nombre de ese conductor recuerdo era Eliseo Carro pero tenía un sobrenombre (Facha bruta). En ese turno el guarda que lo acompañaba era el señor Muñiz, ambos eran de Rosario, una persona muy atenta que trataba de solucionar todo al pasajero, era hermano del agenciero de Nueva Helvecia. Para nosotros fue un hecho común ver al guarda, luego de salir del pueblo aparecer por el pasillo del mismo, a veces dentro de los pasajeros que esperaban quedara un asiento libre, con la clásica expresión… “boletos…boletos…boletos”…recuerdo que en sus primeros tiempos iban sujetados en un gran paquete con distintos colores y precios, el guarda cortaba el que correspondía, hacía unos garabatos encima, y te lo entregaba… en una de sus manos, colocaba los distintos billetes achatados a lo largo entre los dedos, de distintos valores formando un verdadero ramillete, mientras tanto en el bolsillo del saco haciendo bulto estaban las moneditas para dar el cambio… soportado por una de las orejas, el lápiz de varios colores con el que aplicaba como ya dije unos garabatos o símbolos, y así continuaba…luego del “gracias, buen viaje”…con esa rutina se dirigía hacia otro pasajero, que muchas veces no sé si estaba dormido o se hacía, por si pasaba, y el guarda tenía que despertarlo.

En los últimos tiempos de Onda, el guarda contaba con una especie de maquinita expendedora de boletos que cortaba manualmente.…Pero, también recuerdo que habían unas personas que usaban unos gorros como los policías, aunque no lo eran, que esperaban los distintos servicios de Onda en las carreteras, se apostaban en lugares poco visibles y hacian detener los coches. A ellos no les importaba que hubiese un sol impresionante o un temporal con lluvia y viento, se guarecían igual debajo de los árboles, al gorro le colocaban un plástico para que no se mojase, y un impermeable sobre su traje… cumplían con su trabajo de control recorriendo las distintas unidades, subiendo y bajando de las mismas, y en larguísimas distancias. Iban recorriendo asiento por asiento solicitando a los pasajeros los boletos que te había entregado el guarda o la que habías adquirido en la agencia, marcaban algo en una pequeña planilla que portaban, te devolvían el mismo, al cual le sacaban un pedacito, agradecían y se iban como habían llegado al coche…eran los inspectores de la empresa, recuerdo que uno de ellos era el señor Fitito Huber que vivía en Nueva Helvecia, una persona muy agradable en su trato con el pasajero.…Recuerdan el comentario inicial de la presencia en el barrio histórico de aquellas pequeñas empresas que hacían los primeros trayectos, esos propietarios fueron posteriormente integrantes del directorio de Onda y gracias a esta linda amistad con los vecinos del barrio al pasar los años varios representantes del mismo fueron funcionarios en las distintas áreas de la empresa ONDA.…durante grandes charlas realizadas con el amigo Herbert Butkovich otro de los choferes de la empresa, donde siempre salía como en un ritual el tema de Onda, parte de su vida, me explicó la cantidad de tipos de ómnibus que pasaron por la misma: estaban los Ola Marina, los centella, los denominados Galpón, los famosos motores GM, que tenían un sonido muy especial, hacían como un silbido en la ruta…los famosos camellos porque parecía que en su techo se formaba una especie de joroba, estaban los chasis corto y los largos…por el año 1982 aparecieron los TMC que eran de doble eje trasero, también ómnibus alemanes muy vistosos, uno de ellos conducía otro amigo también del barrio histórico; Fernando Dietschi…

Había horas claves en los turnos, las 6 de la mañana, las 12,50 y las 20,30. También recordamos los taxis que tenían sus paradas en la esquina de Treinta y Tres y 18 de Julio, en tiempos de la Onda: Edilberto Hernández con un Plymouth año 55 motor Perkins, Juan Viera Fripp con Opel Kapitan color bordó. Ricardo Vila, Opel Kapitan color verde luego un Peugeot. Emilio Soto con un Peugeot color negro, Amilcar Peláez tenía un Dodge Polara color verde, Iván Cabrera Pozzi con un Volkwagen Passat, también estaba Néstor Fripp que tenía un Plymouth año 55 y luego un Dodge Polara. Tito Curbelo manejaba un auto Ford año 49, Tito era el padre de Juan Carlos que fue Intendente departamental. También el señor Mesa que manejaba un auto Ford año 34 color gris. Otro de los taximetristas de aquel tiempo era don Otto Fech. Justamente hay una anécdota que recuerda: los taximetristas don Otto Fech y don Emilio Soto, habían culminado su tarea en esta esquina de la Onda, ya no andaba prácticamente nadie por lo que decidieron regresar a sus domicilios, se despidieron como buenos amigos y colegas, uno salió por una calle y el otro por otro rumbo, pero da la triste casualidad que en una de las próximas esquinas y sin duda por el cansancio o simple descuido o pensando vaya saber en qué, chocaron entre sí, esto quedó para la historia del pueblo como se dice.…También Herbert recordaba al amigo del barrio histórico don Eloy Perazza que tan buena amistad tenía con su familia, le parecía verlo luego de haberse retirado de su actividad de transportista, sentado en los bancos de la plaza Cagancha de Montevideo, con un paquete en la mano dando de comer a las palomas y recordando a la gente del barrio con mucho cariño cuando salía a relucir el tema.En las charlas con Herbert, recuerda siempre cuando la empresa lo enviaba con los vehículos especiales para el transporte de turistas al puerto de Colonia a esperar la llegada del barco de la carrera que traía pasaje desde Buenos Aires, en el mismo llegaban actores y actrices muy renombrados del cine argentino, también grupos de música, vocalistas, siempre en el recuerdo tenía al gran Jorge Cafrune que era una extraordinaria persona con la gente de Onda. Desde ese lugar iba directamente hasta la terminal en Punta del Este.…En esta esquina con gran historia de Nueva Helvecia, siempre al arribo de los distintos turnos de ómnibus, recostado a la puerta que daba hacia el bar Meny, un señor pasaba inadvertido para mucha gente, con traje oscuro, lentes de aumento, sombrero a lo Gardel, una cadena que asomaba debajo del saco, años antes había trabajado como conductor de taxi en uno de los primeros autos de cortinas con capota de lona, pero, ahora era el policía de investigaciones…Don Eusebio Bordón, atento siempre para mantener el orden, no se le escapaba ningún movimiento raro.…En el año 2015 entrevisté al recordado conductor de Onda, Walter Bidegaray, a quien veíamos, luego de haberse jubilado, sentado en el banco frente a un almacén de la Avenida Gilomen con su clásico termo y mate, me comentó en tal oportunidad, que sus comienzos fueron en la compañía Vellutti y desde allí pasó a la recordada empresa interdepartamental ONDA, donde estuvo trabajando durante 19 años.

En el recuerdo de Bidegaray, me dijo que se sentía feliz cuando conducía los coches de Onda, una empresa que significó mucho en su vida. Hasta recordaba los números de coches que había conducido: el 218, 303, 313, 317, 323. “Mi turno arrancaba desde la ciudad de Juan Lacaze, luego Rosario, Colonia Valdense, a Nueva Helvecia entraba a la hora 12,50 y luego hasta Montevideo. Retornaba a la hora 16. El agenciero por ese tiempo en Nueva Helvecia era el amigo García. También realicé turnos hacia Paysandú, Dolores, Durazno. Tengo que dar gracias a que nunca tuve ningún accidente. Recuerdo sí, un día que se reventó una cubierta delantera en el coche 313, pero no pasó nada. Recuerdo algunos de mis compañeros de trabajo como: Escalesi, De la Quintana, Eusebio Acosta.” Recuerdo también una anécdota del tiempo de un llamado “Ola Marina” que fueron los primeros con motor atrás, que propició un risueño incidente en una localidad del este del país, donde un “inspector de tránsito” multó a un coche de este modelo porque según el marchaba contra flecha porque llevaba el motor atrás, lo que se tomaba como contravención de la manera de circular.

Esos eran los primeros tiempos de un gran cambio que se introducía por intermedio de Onda al país…lo de la anécdota aclaró Bidegaray, “se decía, en realidad no se si habrá sido cierto”… “Otro tema del cual se hablaba era de la figura del perro galgo, corriendo a toda velocidad, el simbolismo representaba la rapidez, elegancia, y la mirada fija en una meta. Según nos contaban esa figura se consideró por parte de una empresa similar de EEUU que había sido tomada del símbolo de la marca americana. Esto dio lugar a reclamos judiciales, pero la habilidad en la defensa por parte de los abogados uruguayos de Onda permitió, que con un simple argumento de genética se comprobara que no eran iguales, uno era hembra y el otro macho”. …En la agencia de Nueva Helvecia, recuerdo que Pocho Willebald, repartía la correspondencia y pequeños paquetes que llegaban a la agencia, en una bicicleta y luego más adelante lo hizo ya en un aparato muy novedoso por aquellos tiempos marca BMW Isetta. Ese tipo de vehículo abría su única puerta por delante, esa fue la causa que en el pueblo le bautizaron con el nombre de “ La bragueta de la ONDA” (apertura delantera de prenda interior de caballero)…Los conductores más asiduos que llegaban manejando los ómnibus tan queridos de Onda, hasta la agencia de Nueva Helvecia, recuerdo algunos: Alfredo Pozzi, Aquino Bouvier, Eliseo Carro, Hugo Sánchez, Herbert Butkovich, Vicudo, Fernando Dietschi, Walter Bidegaray, Oscar Gutiérrez, Elbio Sosa…Los guardas de los ómnibus: Barrientos, Cambell, Chongo Sonderegger, Chiquito Benia, Juan Muñiz, William Amed, Gallego Fernández, el inspector Quitito Huber…La señora que colaboraba con el buen funcionamiento de la agencia, era Anita Pontet. Luego vinieron como agencieros: El señor Muñiz, Pocho Willebald, Amilcar Peláez, Héctor García, Silvio Plavan, Oscar Martínez, Héctor Lecor, Rafael Baccino. En Montevideo también trabajaban en Onda, oriundos de Nueva Helvecia, Mario Villegas, Ivan Cabrera Pozzi que era tapicero en la empresa.…

Una anécdota que nos contó un entrevistado: aunque parezca mentira es realidad…aconteció cuando la compañía Onda tenía su agencia en la calle Treinta y Tres, edificio de Meny. Un niño insistía a su padre que él quería viajar hacia Montevideo en los ómnibus de Onda. El padre iba aplazando el viaje de una forma u otra…El turno de la mañana hora 6 que partía desde Nueva Helvecia hacia la capital, partió sin ningún inconveniente. Llegan hasta la agencia central en Montevideo más o menos en aquellos tiempos a las dos horas siguientes. Comienza a descender el pasaje y el guarda del ómnibus abre la bodega para comenzar a retirar las encomiendas y las valijas del turno. “Que sorpresa se recibió cuando detrás de unos paquetes que comenzaron a moverse aparece un pequeño polizón. Dio la casualidad o causalidad que el guarda lo conocía desde la agencia de Nueva Helvecia, y por lo tanto luego de una charla con él, lo embarcó nuevamente en el próximo turno con rumbo hacia esta ciudad, pero ya no en calidad de polizón sino cómodamente ubicado en los confortables asientos de Onda. El pibe logró sus objetivos, viajar hacia Montevideo ida y vuelta y además totalmente gratis, atención de la empresa internacional”…Recuerdos que me comentó un vendedor comercial… “Un día salí en el último coche de Onda desde la agencia de Mercedes, ese día me entretuve con un cliente más de lo normal, tenía que llegar a Nueva Helvecia…durante el trayecto miré el reloj y comencé a preocuparme por lo tarde que ya era, entonces se me vino a la mente, ahora cuando llegue a Colonia Valdense ya la agencia del amigo Cholo Dávila va a estar cerrada, por lo tanto no voy a tener combinación hacia Nueva helvecia, el Hotel Brisas ya no trabajaba más… a cada minuto que pasaba me ponía más nervioso esta situación ¿Qué hago?… entonces comencé a recordar cuando llegaba durante el día al lugar de la agencia Onda de Colonia Valdense… allí siempre estaba Dávila, el agenciero, el hombre que además repartía en una bicicleta con rueda chica delantera todas las encomiendas… la combinación atracaba debajo de unos árboles, había una especie de quiosco, el banco estaba muy cerca, entonces recordé a un señor taximetrista que tenía un coche marca Mercedes Benz diesel, según me habían dicho era de apellido Germanet…llegué, y gracias que estaba allí, llegué a Nueva Helvecia…Cuando cerró Onda definitivamente para los viajeros comerciales que visitábamos todo el país se nos complicó, tuvimos lamentablemente que dejar de visitar a muchos clientes por no tener medio de transporte, que importante función cumplía”…Otras anécdotas de la Onda…sucedió en el año 1935, a la altura del km 114 de la reciente habilitada ruta nacional número Uno… Eran las primeras épocas del tránsito más rápido por esa vía, y los vecinos aun no habían tomado conciencia de los peligros que ello significaba, más aun con sus animales. Justamente relacionado con ello está basada la presente historia… Un vecino se encontraba arando una pequeña chacra con bueyes ya que no había llegado aun para él, la tecnología del tractor… Luego de una jornada agotadora decide desprender la yunta y a su momentáneo hogar ingresa a degustar un sabroso amargo mate con yerba Yusa de aquellos años… No había pasado más de una hora cuando escucha una tremenda frenada y un golpe seco muy potente… “Ay…ay…se me escapó el Juancito” se lamentaba, este era el nombre de uno de sus bueyes, el más inquieto… “seguro chocó con un ómnibus”; su mente comenzó a trabajar a mil por hora, vio en la penumbra el amontonamiento de pasajeros que habían descendido del ómnibus y a su animal caído dentro de unos matorrales a cierta distancia al costado de la carretera. Felizmente no habían heridos dentro de los pasajeros, pero sí la unidad móvil tenía serios desperfectos. Sigilosamente sin ser visto se escabulló hacia donde se encontraba el animal herido, como pudo lo hizo levantar aún rengueando… como dicen en caliente no duele tanto, comenzó a llevarlo lo más lejos posible para que no lo viesen tanto los pasajeros, chofer y guarda sino también un vecino con el cual se encontraba enemistado y siguió… siguió caminando lentamente varios kilómetros prácticamente hasta el mismo corazón del barrio donde un amigo tenía su establecimiento y sabía le prestaría ayuda; cuando los perros advirtieron con su olfato la presencia de hombre y bestia le llevaron una serenata como se dice que prácticamente faltó poco para la mordedura, cosa que hizo levantar a su amigo, luego de explicarle, este tomo un farol a keroseno de los clásicos que antes se usaban y se dirigieron juntos hasta una gran parva de chala la cual abrieron al medio e introdujeron al buey, posteriormente taparon la entrada y allí quedo como si estuviese en un verdadero Centro de Tratamiento Intensivo para animales. Pero además de esto el dueño del buey accidentado solicitó a su amigo un buey de su propiedad en calidad de préstamo y marchó junto a esa nueva bestia. Luego de haber pasado una verdadera noche negra, salió el sol del nuevo día y con ello nuevamente la actividad de arar. El vecino del cual se encontraba enemistado observaba desde lejos el panorama y no podía entender que estuviese trabajando con la yunta de bueyes. Mientras tanto la policía comenzó con la investigación de lo sucedido en la noche anterior visitando a los vecinos tratando mediante la toma de datos de llegar a una conclusión de lo sucedido, pero nadie aportó ninguna pista. Como resultado de esta historia los vecinos veteranos recuerdan: Primero: el trabajo de arar se hizo con la yunta de bueyes y la cosecha fue buena. Segundo: las heridas del buey involucrado sanaron y se abrió entonces la gran parva. Tercero: hubo un pacto de caballeros con un “apriete silencioso” entre vecinos “si vos hablás, yo bocino cosas tuyas”. Cuarto: el buey herido a los pocos meses marchó a tablada nacional convirtiéndose posiblemente en embutidos. Quinto: todos los involucrados de la historia ya fallecieron en forma natural. Sexto: La empresa de ómnibus ya no existe. Octavo: el buey en préstamo fue devuelto a su dueño. Noveno: saque usted sus conclusiones. Había por esos años también mucha rapidez mental. …Otra…un día “dicen” se encontraban varios parroquianos de tertulia, truco, y bebestibles de por medio, en el almacén y bar de Castro hermanos que estaba situado en el Km. 112 de la ruta uno, entonces hubo un desafío hacia uno de los clientes que se llamaba Tomás Andrés… a que él no se animaba a tirarse por delante con su unidad móvil Ford T la cual tenía un volante como si fuese un avión solamente con los travesaños internos sin la circunferencia de madera, cuando a las trece horas pasara el ómnibus de Onda hacia Montevideo…Y allí comenzó el intercambio de ideas… “A que sí….a que no…a que sí….a que no, a que no te animás”… Y de esta forma estuvieron unos cuantos minutos…los vasos se llenaban y por arte de magia a los pocos minutos quedaban nuevamente vacíos… a todo esto la hora se iba acercando. Entonces el desafío cada vez tomaba más y más tensión, salen fuera del establecimiento….allá se divisa en el otro repecho el ómnibus…Tomás Andrés con mucha tranquilidad comienza a dar manija a su unidad Ford T., esta comienza con el rugir de su motor como animal embravecido…ya viene el ómnibus a unos 100 metros….50 metros…30 metros… y en ese momento sale rajando el Ford T. cruzando la ruta nacional número Uno, se zambulle hacia el otro lado de la carretera y se pierde raudamente por el camino vecinal hacia La Concordia…mientras tanto el hábil chofer del ómnibus de la Onda, estuvo haciendo malabarismos dentro del predio detrás de la escuela número 75 para no volcar….los parroquianos, se agarraban la cabeza y tomaban recién conciencia del accidente que podría haberse ocasionado. Gracias a que el chofer del ómnibus iba atento no pasó a mayores y… algunos involucrados por el susto, se refrescaron muy rápidamente. …Si conversas con algún pibe y sale por allí el tema de los ómnibus en nuestro país y le hablas de la famosa Onda, te quedan mirando y ni siquiera saben qué quiere decir, ni qué significó para nuestra generación.

Hoy vemos que algunos de aquellos vehículos tan particulares lograron sobrevivir y los encontramos en distintas partes del país, bien acondicionados como reliquias vivientes principalmente como casas rodantes que los particulares han podido acondicionar, con ese sonido tan especial de los motores GM, esa empresa que movía todos los engranajes del nuestro país, era una gran familia que unía a todos los departamentos, presente en las mentes y corazones de todos los uruguayos, ese galgo que logró vencer en velocidad al mío como les conté al principio de la historia… ese que corría a más de 70 la hora…¿será que el alma de ese galgo todavía vive con nosotros?…por eso debe ser que cuando se ve una unidad de ONDA, la gente desea sacarse fotos junto al mágico Galgo, el Galgo, el único con una gran historia uruguaya.

Coordinación Miguel Cabrera Arriaga

Más información y fotos en Port Ratsel

Un comentario sobre «ONDA S.A.: ese galgo que corría a más de 70 kms. por hora pero un día se cansó – Por Miguel Cabrera Arriaga»

  1. Es un hermoso recuerdo me gustaría saber el nombre del conductor del servicio a la ciudad de Lascano que salía de Plaza Cagancha en la hora de 4-30 dela mañana y llegaba a Lascano a las 9 horas de la mañana un viajero con muchos recuerdos de la empresa número 1 del País

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