Estación Colonia Suiza, llega el tren…un día partió…llevando una historia de amor neohelvetica, a su regreso…el cartero Silva cumplía con su tarea de entrega de la correspondencia hogar por hogar…en la tardecita comencé a verificar el contenido de cada uno de los varios sobres que habían llegado… las facturas de Ute, Antel, del seguro, una invitación para un encuentro comercial, y un sobre amarillo bastante grande remitido a mi nombre, pero con una anotación en grande detrás, que decía… “Por favor solo abrirlo luego que se concrete el cierre de la Estación del tren Colonia Suiza, es una historia personal, para que algún día usted pueda publicarla” y al pie un nombre de mujer que figuraba como remitente, y que nunca había oído… pensé ¿será esto una chanza como tantas de mis amigos?…averigüé con quienes les gustaba ese tipo de cosas…todos negaron rotundamente, de inmediato… simplemente por respeto al pedido, deje el sobre encima del escritorio esperando ese momento misterioso para hacerlo…pasaron los días…se comenzó a hablar cada vez más del cierre de la estación. Un día, en cierto momento de distracción, a través de la radio escucho la voz del cantautor Piero con su conocido tema que decía…”con su cuchu…cuchu… cuchu, que resuena en la pradera, va trepando la ladera nuestro tren….
Su silbato, espanta vacas…su ruidito de matraca…galopando por las vías, se dirige resoplando a la estación…y si encuentra una subida…al llegar a los andenes, y así seguía”…esto me hizo pensar inmediatamente en la vieja estación Colonia Suiza, ya que el cartel identifica a la misma de esta forma… no como Nueva Helvecia, y también nuevamente en el sobre misterioso…pensé en una apretada síntesis desde donde venía la presencia del ferrocarril en nuestro país…esa industria surgió con capitales nacionales en el año 1866 en que se fundó la sociedad anónima “Ferrocarril Central del Uruguay”…En 1878 el ferrocarril pasó a ser propiedad de una compañía inglesa, The Central Uruguay Railway, (C.U.R.) iniciándose un proceso de enajenación del negocio ferroviario al capital extranjero, hasta la finalización de la Segunda Guerra Mundial en que esta situación se revirtió y el ferrocarril pasó al Estado como forma de pago de las deudas del Imperio Británico con nuestro país. Y recordé que el tren pasó por primera vez por la Colonia Agrícola Suiza Nueva Helvecia, en el año 1899 luego de varios años previos en el tendido de las vías y las instalaciones.…Y comencé a sumar piezas en este rompecabezas histórico, por lo tanto imaginariamente decidí ir hacia Italia para ver qué pasaba el 28 de Julio de 1879 en el pueblo de Loreto a orillas del Mar Adriático, porque eso también está unido a este tema, así me lo comentaron mis parientes. Allí había nacido Juan José Vicente Gozzi Tomassetti…un niño italiano más, como tantos…
Todo se iba desarrollando en forma normal en esa familia, con sus altibajos como sucede en todas. Ya entrando el año 1889, el padre que tenía el nombre “Mariano”, decidió buscar nuevos horizontes económicos y decide viajar hasta América. Mientras tanto allá en Italia queda el resto de su familia y con ella, Juan José que contaba por ese entonces unos 10 años. Por un tiempo tuvieron noticias del padre, pero de pronto esa información cesó. No se sabía dónde, ni en qué situación se encontraba, como se dice se lo había tragado la tierra. Pero cuando Juan José cumplió sus 17 años, siempre preocupado por la suerte de su padre, decidió venir hasta América, encontrarlo y regresar a Italia con él. Pero, las cosas no eran fáciles como a veces se piensa, la realidad era otra, los medios económicos eran muy pocos, no podía comprar un pasaje… entonces se las ingenió para viajar de polizonte en las bodegas de un barco durante los tres meses que duró la travesía y logró desembarcar en Argentina, pensando que su padre podría estar en ese tiempo en Entre Ríos donde habían otros paisanos. Logró sobrevivir como pudo, llegó hasta Entre Ríos, pero el abrazo con su padre tuvo que esperar, no lo encontró por allí, preguntó y preguntó pero…nada…nada… ninguna noticia. Mientras tanto se las rebuscaba con algunas changas en los campos del lugar. Siempre preguntando a un inmigrante, a otro…a otro.
De a poco, dato más dato lo fue arrimando a Montevideo. Allí tampoco lo encontró…continuó su búsqueda entonces por el departamento de Canelones zona de muchas quintas y también familias que habían llegado desde Italia…pero, poco a poco va perdiendo sus esperanzas en aquel ansiado encuentro con su papá…como dicen… esas cosas del destino, tan imprevisibles, hacen que un día llegue hasta la Colonia Suiza, allá por el año 1899, vino con el tren a este lugar y aquí comenzó a trabajar como Guarda Agujas del ferrocarril en la estación local. En el año 1903 se unió en matrimonio con Pascuala Morales y desde aquí envió sus novedades a su mamá y hermano, su “papa no aparece”… se va diluyendo poco a poco la idea del regreso a su vieja Italia, y va llegando el comienzo de su nueva vida en esta colonia, trabajando en el ferrocarril hasta 1905 y tiempo después en otras actividades. …un hecho curioso por esos años, también: Don Jacob Nater era un inmigrante llegado desde el Cantón de Turgovia…tenía campos con explotación ganadera y también una curtiembre allá por el año 1908, para ubicarlos, en el repecho de la llamada Picada de Benítez. Parece ser que sus animales pasaban a pastar de un lado a otro de la vía, en distintos campos que poseía ese establecimiento…
Esto ocasionaba continuos accidentes con los trenes, lo cual provocó la reacción de don Santiago (Jacob) con los directores ingleses del ferrocarril de entonces. Llegaron a un acuerdo luego de tratativas…los técnicos ingleses decidieron instalar un puente que atravesaba la vía por línea superior a la misma donde circularían carretas y los animales…todo funcionó muy bien hasta que un día el convoy del tren transportaba una gran trilladora de aquellos años que sobresalía varios metros hacia arriba. Todo había sido previsto para los pasajes normales pero en este caso particular la carga superaba la altura del improvisado puente lo que culminó con la destrucción del mismo que nunca más se reinstaló…Pero, además tengo que sumar más protagonistas a esta historia de hoy…con tiempo, como se dice he ido agregando datos para desarrollar principalmente el tema ferroviario en esta zona ¿Cómo se presentaba la zona de la llamada Estación?… que muchos no conocemos a consecuencia de la edad, además de las generaciones nuevas que sin duda no tienen ni siquiera una pequeña de pizca en cuanto a que a corta distancia de la estación ferroviaria existieron canteras de granito rosado prestigio de esta Colonia Agrícola Suiza Nueva Helvecia…las denominadas “Canteras Argentinas”…Ya desde el mismo comienzo del pasaje del tren por esta zona…estaban ubicadas en el llamado Barrio Mugglin que ahora una parte del mismo conocemos por la Estación. El experto por esos tiempos era un señor de apellido Candela, que también dicen hacía el mismo trabajo en la zona del Minuano. Esas dos explotaciones fueron trabajadas más o menos hasta el año 1927…Relacionado con este tema en el año 2014 entrevisté a don Federico Rodríguez, conocido mecánico y herrero del barrio Mugglin “Cuando era niño ya las canteras no se explotaban más, pero recuerdo las profundidades de varios metros, y el diámetro que tenían, te podría decir más o menos unos 100 metros. Esas quedaron tapadas por muchas cuadras que actualmente ocupa la calle Berna, desde la fábrica de Howald y Krieg. Otra cantera se explotó años más recientes lateralmente con la calle Telema Martínez casi enfrente donde está mi taller.
Hasta hace no muchos años aún se veía un antiguo rancho en el barrio de la Estación que había servido para guardar las herramientas de la explotación de las canteras mencionadas, inclusive actualmente aparecen de vez en cuando pequeños trozos de materiales que allí se utilizaban. Por el año 1946, en el lugar donde actualmente se encuentra la pista de motos del Carh, eran campos de Lucio José Rodríguez, mi padre. Allí también había una cantera de tierra y se asentaban ladrillos y donde realmente se ubicaba por aquellos tiempos la pista El Talar, eran campos de Adolfo Martínez…recuerdo también que en el barrio de la estación del tren, funcionaba el almacén y recreo “Las dos Banderas”, era un barrio con mucha actividad económica, por allí también existió un conventillo donde vivieron varias familias, cruzando la calle en el lejano año del 1934, no había inmuebles como ahora y allí estaba ubicada la cancha del fútbol del Club Larrañaga, antes el equipo utilizaba para ese fin el campo de Curutchet.
Con el tiempo la zona fue elegida por el movimiento que aquí existía, por parte del señor Alberto Helbling Güggi quien compró al señor Teodoro Greising para ubicar un almacén y comedor, justo frente a la estación del ferrocarril. Las cuadrillas de trabajadores del tren hacían sus pedidos de comidas en esta fonda y luego venían a retirarlas en sus vagones accionados con palancas…Luego de Helbling, ahora recuerdo que ese servicio lo continuó el señor Graciano Urbel…si mal no recuerdo un tiempo después estuvo allí con actividad el bar de Romualdo Lima…ya por los años 60, fue bar de Ramiro Rodríguez y en tiempo más reciente se instaló la avícola de la empresa Veterinaria del Oeste y posteriormente otra avícola propiedad del señor Luis Enrique Prieto” …Entre la estación Cufré y estación Colonia Suiza, se encontraba la Parada Mendaña…en ese lugar el tren pitaba el silbato pero allí no había ningún inmueble como estación…era simplemente una señal y la gente subía o bajaba desde un pequeño anden…allí se utilizaba en ciertos años para recoger tarros lecheros que iban a plantas elaboradoras… me comentaba gente del lugar que en su juventud iban allí a poder apreciar el tren cuando venía con vagones llenos de caballos desde Argentina…otro me indicó que el pan venía desde San José en tren de lunes a sábado, los domingos no había. Sin duda esta pequeña parada era un lugar de atracción y distracción para el vecindario, de gran importancia en épocas que los caminos no eran los mejores. Pero acercándonos más hacia la estación Colonia Suiza había otra parada dentro del campo de la familia Gilomen.
En los años del 1904 don Federico Gilomen fue realmente sin equivocarme… el primer caudillo con que contó la Colonia Agrícola Suiza Nueva Helvecia…se daba el lujo o privilegio donde el medio más corriente para viajar hacia Montevideo era el tren, él contaba con un andén propio donde el tren paraba en su campo. De allí partía directo a entrevistarse con el Presidente de turno en nuestro país, don José Barlle y Ordoñez de quien era realmente un hombre de consulta.…También mantuve diálogos con Silvio Ismael González, a quien todos ubicamos como uno de los plomeros del pueblo, transitando por nuestras calles con su clásica bicicleta, un balde plástico colgado al manillar lleno con herramientas de su oficio…me habló de sus años de niño en el barrio Mugglin, por la continuación de la calle Telema Martínez, muy cerca de la estación. “recuerdo, era aproximadamente por el año 1941. Por esos tiempos se explotaba una cantera. El encargado de tirar los barrenos era el señor Antonio Celentano.
Él anunciaba la hora en la cual se haría explotar la carga. Lo hacía a viva voz, calle por calle en algunos lugares, senda por senda en otros que no había calles abiertas todavía…recuerdo estas palabras… “atención señores vecinos”… “Atención señoras y señores”… “una noticia muy importante para todo el barrio…esta tarde a la hora 16 antes que pase el tren, tiraremos barrenos…estén atentos, una hora y media antes que pase el tren, tiraremos barrenos, quedan todos avisados…reitero…pasen la voz”…y el comunicado se iba pasando vecino a vecino…me acuerdo por esa época de las familias González…Batista…Lista…Celentano…Montero…Rivas…Pan…Santucho…Gutierrez…Rodríguez, Troche…Peláez, Vila…Caraballo… etc. Muchos de ellos eran trabajadores de Ozark, del ferrocarril, de las panaderías, de los talleres, de la construcción… todo el mundo laburaba y casi todos éramos hinchas de Larrañaga…Y a partir de la hora anunciada todo quedaba por unos minutos en un gran silencio y luego se escuchaba un tremendo estallido que hacía mover hasta los cimientos de los ranchos del barrio, y aparecían los trozos de grandes piedras que los trabajadores posteriormente comenzaban a adaptarlos para distintos usos.
Tal vez son muy pocos los que conocen o recuerdan que de esta última cantera mencionada se extrajeron los adoquines largos que se encuentran al borde de las veredas formando el límite con las calles de nuestra ciudad… recuerdo también que el motocar pasaba dos veces en la mañana y dos veces también en la tarde, además en cualquier momento aparecían trenes de carga…era muy intensa la actividad en la estación…también estaba el circuito donde se realizaba la actividad del automovilismo, además la pista el Talar donde había un verdadero hipódromo. Recuerdo cuando llegaban los grandes circos con sus equipajes y animales todos por el tren, una cantidad de vagones completos con sus elementos, poco a poco se comenzaban a desembarcar, primero lo hacían los grandes elefantes a quienes se les enganchaban casillas rodantes y poco a poco se iban alejando hacia el centro del pueblo en un interminable desfile por el repechito hasta llegar a la avenida del puerto… recuerdo que había problemas con los caballos de los vecinos que se espantaban seguramente al captar el olor de otros animales del circo. Hubo algunos descarrilamientos importantes de trenes cerca de la estación, recuerdo el gran movimiento que ello ocasionaba, a las pocas horas aparecían locomotoras enganchadas con vagones y sobre ellos grandes grúas y cantidad de personal que continuaban hasta el lugar de los accidentes.
Era intenso el movimiento de los coches taxi cuando a las horas en que llegaba el tren o el motocar iban o salían desde la estación con pasajeros. Algo que siempre me llamó la atención era cuando venían damas por el tren, algunas de ellas solicitaban alguna bicicleta para llegar hasta el centro de la ciudad, pero aquí se les sugería que no lo hicieran en esa forma por cuanto por entonces se consideraba algo desagradable que una señora transitara en bicicleta, no estaba bien visto, por lo tanto se llamaba algún taxi”… Quise verificar in situ la existencia de algún vestigio de esta información brindada por estos amigos… sacar fotos donde existieron las canteras… pero consultados vecinos ahora en ese lugar informaron que es imposible ya que todo quedó cubierto con el relleno de los inmuebles actuales, no obstante ofrecieron fotos antiguas de la producción del lugar de aquellos viejos años, y también como aparecía una parte de las canteras que ya no están…otros mencionaron que alcanzaron a conocer las grandes excavaciones que llegaban hasta donde comienza la calle Berna contra Juan Frey, las que se fueron rellenando con los escombros sacados desde otros lugares del pueblo.…
Otro vecino del lugar consultado fue Juan Ángel Nuñez… “en los años del 50 en el barrio de la estación había fiesta de carnaval, lo organizaba la propia gente del lugar pero principalmente se destacaba la familia Pedreira…Se establecía una especie de circuito por donde transitaba el corso que partía desde la vieja administración por la avenida del puerto y llegando luego frente a la propia estación del ferrocarril donde se ubicaba el tablado para la actuación de los diversos números artísticos. Uno de los atractivos lo era la actividad boxística que dirigía el recordado profesor Rosso director de la Plaza de Deportes donde participaban dentro del cuadrilátero varios púgiles, recuerdo algunos…Ñatuco Peláez, José Reyes Mesa, Zenel González, Toto Peláez, Casco, Irigoita… La gente se agolpaba para aplaudir a sus preferidos…otra cosa que recuerdo, era notable ver las carreras que se efectuaban frente a dos espejos a quien se afeitaba más rápido. La empresa Mejoral de aquel tiempo realizaba por todo el interior distintos certámenes que eran transmitidos por una radio importante de la capital, me acuerdo que el móvil tenía sobre el techo una gran cabeza calva con alfileres enganchados, y coincidía que se realizaba en la semana de carnaval aquí en Nueva Helvecia en el llamado barrio de la estación… por otra parte era multicolor el espectáculo de serpentinas y papel picado que formaban montañitas al fin de la actividad, miles de kilos que se utilizaban en la confección de colchones, posteriormente.
Cantores de los barrios acompañados de sus grupos, el corso donde los pomos con agregado vayan a saber de qué tipo de agua dejaba los ojos irritados por un tiempo. También se realizaban maratones en un circuito que formaba toda la calle frente a la estación del ferrocarril, se pasaba frente a la bodega Ozark, se tomaba por la avenida del puerto hasta frente al bar Purtscher y nuevamente hasta el lugar de salida…un tiempo con presencia de gente contenta, buena onda, con sus códigos de convivencia, esa identidad de nuestro pueblo que tanto añoramos” …otros recuerdos de la historia imborrables de la Estación del tren neo helvético, las brindó el amigo Eduardo Bertinat Allío… “el primer guarda hilos del ferrocarril que yo conocí se llamaba Carlos Suárez…él vivía solo, en la casita que aún se puede observar casi destruida ya, muy cerca del puente ferroviario del Paso de la Tranquera y que tiempo después también vivió allí el señor Eguia con su familia. Al señor Suárez lo conocí pescando en lo que la gente conoce como la laguna redonda que se encuentra a unos 400 metros más o menos del puente de hierro hacia el sur, una laguna muy profunda que tiene en su parte central entre 10 a 12 metros de profundidad…justamente un día en que junto a mi papá fuimos a cortar unos postes para confeccionar un alambrado provisorio allá por el año 1948, yo tenía por entonces 11 años, allí estaba el señor Suárez. Luego de ese día ya como un gran amigo me permitía andar en el carrito de control de la vía, que él lo denominaba con el nombre de “velocípedo”…juntos cruzábamos en ese aparato el gran puente metalúrgico, siendo para mi mente de niño de entonces “un mundo de fantasía, que siempre guardo en mi corazón”…Y, es por esta causa luego de haber escuchado los recuerdos de estos amigos que decidí también agregar los argumentos de una persona que también siente la ausencia de los queridos trenes…Aunque ahora su actividad ya no está en AFE, por cuanto fue transferido a otra repartición del Estado cuando fueron cambiados los rumbos del Ente, y ahora jubilado, no puede en ningún momento negar que su corazón igual “Siente la gran familia del tren”, el amigo Pedro Eguía… comienzo a narrar mi historia con los trenes, dice Pedro: “el tren comenzó a transitar por la zona allá por 1889.
Mi familia, desde mi abuelo Fructuoso Eguía, mi otro abuelo Domingo Scott, luego mi padre Fructuoso Adolfo Eguía Olavarrieta, y yo, Pedro Eguía, trabajamos todos en AFE…Recuerdo que mi abuelo Fructuoso Eguía vino desde España y comenzó trabajando en la estación Guaycurú junto a otro compañero del riel como lo era Antonio Pedreira. Toda mi familia es como hermana con la de Pedreira porque el ferrocarril hace que los sentimientos espirituales se eleven más allá de un simple compañerismo, por eso siempre se habla que “se formó como una verdadera familia en torno al tren”. Mi padre Fructuoso Adolfo fue compañero con Raúl Pedreira, o sea fue la segunda generación de familias integrantes del riel. Te cuento que todos los encargados de estaciones tenían la obligación de tener conocimientos de clave Morse, eran también telegrafistas, inclusive agudizaban sus oídos de tal forma que sin saber quién estaba enviando el reporte desde otra estación sabían quien lo estaba haciendo, simplemente por la forma de hacer los pulsados. Otro detalle que recuerdo…había una casita al lado de la cabecera del puente ferroviario que está en la zona del Molino Quemado, para AFE conocido como el puente negro. En ese lugar residía Fructuoso Eguía, mi abuelo, y parte de la familia. Era el revisador de puentes, y quien efectuaba permanentemente el control del mismo y también de las distintas alcantarillas que se encontraban durante todo el recorrido de las vías desde Cufré, e inclusive el gran puente de piedra que se ubica sobre el arroyo Colla hasta la estación Rosario, estoy hablando allá por la década del 1920/30… les estoy contando de la época en que las empresas eran de origen inglés y aún cuando éstos ya se habían retirado del país, un grupo de técnicos de la empresa había quedado trabajando y periódicamente venían a controlar. Los nombraban como “Mister” venían en los vehículos Ford A del año 1929 más o menos, que les habían adaptado llantas y encajaban perfectamente en el riel, deslizándose por ellos.
Por allá en el año 1949 el total de redes del ferrocarril pasaron al estado uruguayo como parte de pago de la deuda que contrajo el Reino de Gran Bretaña en los tiempos de la Segunda Guerra Mundial con nuestro país de acuerdo a los datos que siempre me contaba mi padre. En los primeros tiempos era el jefe de la estación Colonia Suiza el señor Álava, y otros funcionarios que recuerdo, Carlos Suárez, Antonio Pedreira, García, Alfonso, Osvaldo Waller que era telegrafista, Héctor Manrique, Bernabé Falcón, Walter Viera que era guardagujas, Miguel Silva, además quien te habla Pedro, mi padre Fructuoso Adolfo que fue el último jefe de la estación Colonia Suiza. Mientras mi abuelo, fue el encargado del control como dije en el puente del molino, su compañero Antonio Pedreira era el jefe de la Estación. En homenaje al mismo se puede ubicar una calle en esta ciudad que se denomina justamente “Antonio Pedreira” …
Mi abuelo recorría las vías, inspeccionando que todo estuviese en forma en un vehículo que le nombraban “velocípedo a mano”, un carrito, que algunos tenían un movimiento tipo palanca para impulsarse manualmente y otros ya un motor incorporado. Ese vehículo lo estacionaba en una pequeña entrada de la vía al lado de su casa en la cabecera del puente negro. Que espectáculo maravilloso era cuando realizábamos maniobras con los vagones hasta la estación de Rosario…al tren de carga le denominábamos “La perrera” porque parecía una perra con sus cachorros detrás, o sea la máquina y sus vagones…recuerdo ese pasaje por sobre el gran puente negro del Paso de la Tranquera visto desde la cabina de la locomotora era un espectáculo inolvidable que para quien no estaba acostumbrado hasta te daba un poco de miedo. Para hacer el mantenimiento de las vías se agregaban cuadrillas que venían desde Rosario. La vía tenía mojones que marcaban el km y los metros que se estaban transitando, estaban indicados cada 100 metros dentro de cada km, así se tenía la cuenta exacta en caso de accidente o denuncias con desperfectos de las vías o problemas con animales que denunciaban tanto los maquinistas como los conductores, por ejemplo golpes en las vías por desgaste en las mismas.
Las máquinas locomotoras General Electric solo llegaban hasta la estación Colonia Suiza porque su peso impresionante no les permitía continuar más allá, se utilizaba para continuar con la línea hasta Colonia las llamadas diesel que eran más livianas. Recuerdo que en el cruce de la avenida Gilomén unos 50 metros antes había una campana con luz roja que trabajaba con un sensor que al acercarse el convoy automáticamente se encendía. Al pasar por la estación el conductor del coche motor o por parte del maquinista o foguista en los trenes, estos entregaban el aro de vía libre en el cual dentro de un sobre iban las órdenes donde se autorizaba hasta donde podía continuar. Recuerdo que la línea de pasajeros hasta Colonia del Sacramento fue cerrada en el año 1985 por la dirección, pero mi padre que era en ese momento el jefe de esta estación permaneció en actividad hasta 1990 porque siguieron pasando algunos trenes de carga que buscaban cereales a granel hasta Tarariras, que al regresar cargados a full casi siempre descarrilaban casi al llegar con el cruce con la calle Gilomen, esto ocurría por los años 87/88 y el último tren de carga pasó por esta estación en el año 89 que fue hasta la ciudad de Colonia cargando todo el mobiliario de las estaciones en esa vía…Como una reflexión final deja que te diga esto…¿Qué niño no habrá alguna vez soñado con ir a lugares increíbles siguiendo la ruta del tren?…inclusive los ya grandes nos emocionamos al ver las películas del lejano oeste donde el actor principal de la movilidad, además de los caballos, es el ferrocarril. Esto me da una nostalgia por aquellos tiempos que, en la zona veíamos la estela de humo que dejaba el monstruo de hierro…por ahora en la zona de la Colonia Agrícola Suiza Nueva Helvecia solamente podemos apreciar el sonido del silencio y además vías herrumbradas rodeadas en algunos tramos por tupidos árboles a su lado, da para pensar”……
Recuerdan que al comienzo les había informado de un sobre misterioso enviado por una mujer que pedía el mismo fuese abierto el día en que se alejase por última vez el tren de pasajeros desde la estación Colonia Suiza… El mismo había quedado en la misma posición desde el día de su llegada…sobre el escritorio y aún cerrado… “ese día había llegado”, se había anunciado por la prensa local…“AFE suprimía en Noviembre de 1985 los servicios de pasajeros hasta Colonia” y con ello el cierre de nuestra querida estación de los neohelvéticos para el público…el último tren pasaría dentro de dos días…pensando en esto, y teniendo en cuenta los códigos de un periodista…poco a poco comencé abrir el grueso sobre amarillo…habían varias hojas escritas con lapicera en tono color azul, letra clara, muy bien redactada, denotando una persona muy culta indudablemente quien la había escrito, además tres fotos antiguas de la estación al llegar un convoy con mucha gente.…comenzaba así… “Perdone ante todo esta molestia que tal vez le estoy ocasionando, pero no es mi intención se lo aseguro…mi única finalidad es que por su intermedio la gente de Nueva Helvecia se entere de una historia personal que nunca se la comenté a nadie, por lo tanto usted será el medio para que algún día llegue a ellos. Me imagino que usted debe saber que en el año 1937, esta colonia agrícola fundada por los inmigrantes principalmente llegados desde Suiza, festejaron sus 75 años de haber formado su comunidad…justamente allí comienza mi historia…le cuento: yo era una jovencita por entonces, tenía 19 años recién cumplidos, nacida en Montevideo, vivía allá con mis padres que tenían una posición económica muy desahogada, mi padre era empresario y además un importante político de ese tiempo. Por ese entonces yo estudiaba en un Colegio Privado muy importante ya comenzando mi carrera universitaria. Me enteré por una de mis compañeras que salía una excursión en tren hacia la Colonia de los Suizos en el departamento de Colonia porque festejaban sus 75 años. Me puse de acuerdo con dos compañeras y sacamos los boletos correspondientes, queríamos conocer nuevos lugares y gente, nunca había venido hasta aquí.
Y llegado el día, con alegría, desde la estación Central partimos en esa aventura, previa autorización de mis padres que eran muy celosos conmigo, pero aceptaron porque conocían muy bien a mis dos amigas. Recuerdo que ese día dentro de los vagones todo era alegría, unos tomaban café, otros mate, otros saboreaban tortas, algunos cantaban las melodías que los acordes de algunos instrumentos ejecutados por varios músicos hacían oír…la campiña se veía espectacular a través de los amplios ventanales del vagón… recuerdo que eran varios enganchados… cerca de 10. Íbamos pasando a través del recorrido distintas estaciones, en algunas se paraba algunos minutos donde los empleados de AFE realizaban cambios de vías, todo era novedoso para mí y mis compañeras…por fin, el guarda del tren comenzó a anunciar vagón por vagón… “prepárense señores pasajeros que estamos llegando al fin de la travesía, Colonia Suiza a la vista…les recuerdo que partimos nuevamente de regreso a las 18 horas por lo tanto si pueden estar quince minutos antes en sus asientos, mucho mejor, gracias por su atención”… observé a través de los amplios ventanales mientras el tren aminoraba la marcha, en primer lugar un gran depósito de agua con un gran molino a viento donde sus aletas se movían en un giro acelerado consecuencia del intenso viento que había en ese momento… la cantidad de gente que nos estaba esperando, hasta chicas vestidas con ropas típicas de Suiza daban la bienvenida…todos comenzamos a tomar con nuestras manos algún bolso que traíamos, y el descenso comenzó lentamente…cuando iba a descender por la escalerilla, frente a mí estaba la presencia de una persona del sexo opuesto…un joven que tendría unos 20 años. Realmente me conmovió…sentí algo especial dentro de mí, recuerdo que me quedé como en un momento en el cual no podía atinar a nada, como si mi voluntad no estaba de acuerdo con los pensamientos…nuestros ojos se encontraron y alcancé a oír… “me permite?”, tomándome mi mano temblorosa suavemente… “¿conoce usted nuestro pueblo? ¿algún día antes había venido hasta aquí?… permítame presentarme soy José”…había sido un verdadero flechazo…a mi no me salían las palabras, me sentía muy nerviosa. Sin duda era una jugada magistral del destino, a todo esto, mis dos compañeras como grandes cancheras comenzaron a apartarse de a poco y dejando que nosotros siguiéramos caminando lentamente e intercambiando algunas palabras dentro de la muchedumbre impresionante que daba un marco precioso al lugar…
Ah, pero olvidé decirle más arriba que el nombre con el cual aparezco en esta nota lo saqué de una novela rusa que leí hace muchos años atrás, “Balecska” que nada tiene que ver con mi verdadero nombre…pero, para no aburrirlo voy a apresurar mi comentario…y, perdóneme nuevamente…ese día como estaba previsto regresamos a Montevideo, pero ese amor quedó prendado en nuestros corazones con un ardiente fuego que nunca más se apagaría consecuencia de un largo beso de despedida, y un hasta pronto…mis compañeras no pararon en todo el trayecto de regreso… “consiguió novio…consiguió novio…tiene novio”. Las comunicaciones no eran como las de este momento por aquel tiempo…nos carteábamos, o algún día luego de varias intentonas lográbamos alguna comunicación telefónica…hasta que un día no aguanté más y recuerdo a la hora de la cena traté de informarlo todo a mis padres…pusieron el grito en el cielo, se opusieron rotundamente, según ellos tenían para mí otros planes…pasé varios días entre llantos, angustia permanente…ni siquiera quería comer…hasta que un día luego de haberlo meditado muy bien, le envié una nota a mi amado que estaba enterado ya de todo, y le propuse venir a vivir junto a él a este pueblo, aunque pasáramos momentos de real necesidad ya que no contaríamos con el apoyo de mis padres que no querían saber nada más sobre esto. De común acuerdo él me fue a esperar a la Estación Central de Montevideo y juntos emprendimos el viaje.
Dos jóvenes enamorados comenzarían una nueva vida en esta colonia suiza…el tiempo pasó…con muchas necesidades al comienzo…nos arreglamos de mil formas, deambulamos por varios lugares en distintos barrios, trabajamos en cientos de emprendimientos, nunca nos quedamos, fuimos muy felices, no tuvimos hijos, particularmente usé siempre el apellido materno para que la gente no se enterara de cuál era mi verdadero apellido, fue “el gran secreto” de esta pareja que nació aquel día de fiesta de los 75 años del pueblo. Le cuento que mi querido esposo, aunque nunca nos casamos oficialmente, falleció ya hace algunos años, siempre lo seguí queriendo, por eso nunca más traté de reiniciar mi vida con otra pareja. Ahora como me enteré que cierra la estación, deseo partir desde el mismo lugar desde donde un día llegué…desde donde fui muy feliz…en el lugar donde me estaban esperando unos ojos profundos aquel día… unas manos afectivas que permanecen aun pegadas a las mías, aunque sé son solamente espirituales. Posdata…Si usted desea verme a la distancia, con el acuerdo de no intercambiar ninguna palabra, observe una mujer que subirá al tren de pasajeros en el último que parta desde Colonia Suiza con una rosa roja en la mano, y que en el momento de partir la tirará hacia el andén como símbolo que en esta Colonia de los Suizos encontró su gran amor…perdone por todo, muchas gracias, hasta siempre, se despide “Balecska”…Esos dos días no pasaban nunca…quería ver aunque fuese de lejos como lo solicitaba el pedido de esa señora tan misteriosa, saber de quién se trataba…ese día, llegue a la placita frente a la estación una hora antes…no había mucha gente en el lugar…llegó el motocar…comenzaron a subir dos o tres personas…de pronto llegó rápidamente un taxi, descendieron tres personas, subieron al vehículo ferroviario…de pronto un bolso en manos de una señora rubia se abrió, y desde allí cayo una hermosa flor de rosa, roja……Me voy pensando… ¿Volverá el tren algún día por la colonia de los suizos?…lo hago entonando la canción Runaway train “El tren fuera de control nunca regresará. Camino equivocado en un camino de ida. Parece que debería estar llegando a algún lugar. De alguna manera, no estoy aquí, ni allá”
Coordinación Miguel Cabrera Arriaga
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Brillante y emocionante.